lunes, 7 de noviembre de 2011

TOPOGÉNESIS: Espacios Dialógicos y Ética

 
Tal como indica Rapoport, hemos perdido “inmediatez” entre cultura y naturaleza, lo cual a veces nos convierte progresivamente en seres insensibles al lugar y, por tanto, indiferentes a sus razones, hasta ser capaces de vivir en medio de una autopista o en un caos urbanístico, sin ninguna capacidad de “ser soñado”, con agrado. Aunque hoy el “sueño” a veces se llame “ciencia”, no por ello pierde su fuerza mítica, o sea su capacidad de animar un esfuerzo de transformación, de análisis y crítica del medio físico y social. Se ha construído un mundo artificial, cosmético, que anula cualquier cultura. En lugar de explorar la interculturalidad, han caído en la indiferencia de “todo vale”.

Avenida Javier Prado, Lima.

Descartes unifica, proféticamente, el nuevo sujeto “universal” y el nuevo “sistema” universal del conocimiento, como si fueran dos caras de una misma realidad:
“... una de mis primeras reflexiones fue constatar que hay menos perfección en una obra construida por diversos constructores que en otra realizada por uno solo. Así los edificios acabados por un único arquitecto suelen ser los más bellos y mejor ordenados que los que han sido el resultado de varios arquitectos acomodando viejas murallas que habían sido construidas para otras finalidades. Del mismo modo, las ciudades antiguas que surgieron a partir de pequeños pueblos, y que a través de transformaciones sucesivas han llegado a ser grandes ciudades, suelen estar muy mal acompasadas, con edificios aquí grandes, allá pequeños, dispuestos a lo largo de las calles recurvadas, hasta el punto de que parece ser la fortuna y no la voluntad humana en uso de razón, la causante de tal disposición...”

En este texto de Descartes vemos ya una definición de una modernidad “monológica” que se opone a una modernidad “dialógica”. Esta modernidad “monológica” otorga a toda la arquitectura medieval un carácter propio de la “casualidad” y del “azar”. También otorga a la nueva cultura una categoría de ser producida por sujetos universales y superiores que, además, son iguales: “clónicos”. El valor de la tradición es siempre inferior a la nueva “razón universal”, y es el nuevo sistema monológico y racional el que supera la irracionalidad social de las culturas precedentes.

 Gran Teatro de Lima en San Borja, 2011.


Museo Judío de Berlín, Daniel Libeskind, 1999. 


Tanto la imposición de un estilo internacional cosmopolita e insensible a la diferencia cultural y social, como la proliferación de collages posmodernos, han llevado nuestras ciudades y territorios “modernizados” y “urbanizados” a lugares inútiles, sin significado, inconscientes de las graves dimensiones patológicas que sus actuaciones transmiten a la salud mental y física de individuos y colectividades.

Estación del Metro de Lima, 2011

Red Ferroviaria en el Instituto de Tecnología de Illinois, Rem Koolhaas, 2003. http://todoingenieria.com/v2/noticias/one_news.asp?IDNews=1450

Arquitecturas estándares se repiten en lugares y momentos históricos diferentes con indiferencia total ante las diferencias de clima, de sociedad y de situación histórico-cultural. Los arquitectos hemos confundido la autonomía de un concepto con la autonomía de una casa, una ciudad o un pueblo. La autonomía del pensamiento moderno que hace posible la fabricación y el uso de máquinas y de conceptos revolucionarios en el arte, la ciencia y la política actuales, no debe equipararse a la especificidad de un objeto construido para un lugar preciso con una situación histórica y geográfica precisa. Los aspectos no conceptualizables del objeto son esenciales desde una visión dialógico-social del contexto físico y social dentro del cual este objeto está ubicado.

Avenida Javier Prado, Lima.


Por lo tanto, cada lugar tiene su propia modernidad esperando ser descubierta, desvelada y creada. La modernidad no puede exportarse o importarse sin más, como un producto cualquiera, ya que está íntimamente relacionada con la interacción social que le da sentido. A la postre, la modernidad no es otra cosa que una formulación de relaciones entre tecnología y sociedad.


El tratamiento de los espacios públicos y de los espacios verdes es un modelo de confusión monológica. No hay espacios sociales, todo se vende a manos privadas, en los planos catastrales campea un color violeta en las manzanas (no verde) que legalmente es la expresión más clara del diablo monológico: un espacio privado, legalmente, en el cual, en teoría, no hay nada de nada, pero que, en la práctica, se convierte en planta baja privada-comercial completamente separada del único espacio público, la calle, hecha para el tráfico rodado. El peatón, ese ser molesto de los espacios monológicos, se queda sin espacios públicos exclusivos.

La actitud “autónoma” referente al espacio está resumida en un “monólogo” por el cual todos los hombres y todos los lugares son iguales. Por lo cual tenemos aquí el paraíso del especulador del suelo que considera el espacio como una simple mercancía. Está claro que para una persona así el paraíso espacial es una red de comercio mundial de terrenos donde todo es posible y la única ley es el “mercado”. De este modo todas las culturas son igualmente manipulables, igualmente explotables e igualmente propensas a la “contaminación”.

“La sociedad es un conjunto, no de individuos, sino de relaciones entre ellos, las cuales perduran aún cuando los individuos desaparezcan…”
Arnold Toynbee.


Fuente:
Muntañola, J. “TOPOGÉNESIS: Fundamentos de una nueva arquitectura”. Edicions UPC, Barcelona, 2000

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