miércoles, 30 de junio de 2010

ENTREVISTA CON EL ARQ. TEODORO GONZALES DE LEON

La ciudad contradictoria. Entrevista con Teodoro González de León

Teodoro González de León es un artista completo en la acepción clásica: brillante arquitecto, y un pintor y escultor que recuerda lo mejor de la vanguardia abstracta. Además, es una reconocida autoridad en la historia del arte, un interlocutor destacado de poetas y escritores –amigo, entre otros, de Octavio Paz y Alejandro Rossi–, y un hombre preocupado por reflexionar sobre las implicaciones sociales de su trabajo como arquitecto. Egresado de la antigua Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM (hoy Facultad) cuando ocupaba el venerable palacete de San Carlos –desde donde, aún estudiante, tuvo la audaz idea del plano arquitectónico de la futura Ciudad Universitaria–, discípulo de Mario Pani y de Le Corbusier, Teodoro González de León alcanza en sus múltiples obras la admirable paradoja de la solidez sutil y ha transformado con su talento el paisaje de la ciudad de México. Autor de Retrato de arquitecto con ciudad (Artes de México, 1996), y, entre otros, de un diario por la moderna arquitectura de Japón, González de León me recibió en su estudio de la Condesa, un taller íntimo iluminado con luz natural pese a ser una planta baja, para conversar sobre nuestra ciudad, su energía y sus múltiples carencias y rostros.
En tu obra escrita hay una reflexión constante sobre la ciudad de México, una de tus pasiones intelectuales. En Retrato de arquitecto con ciudad señalas tres etapas de esplendor y coherencia arquitectónica: la ciudad azteca, la única capital lacustre cabeza de un imperio; la ciudad barroca y su continuidad en el siglo xix, y el crecimiento planeado tras el huracán de la Revolución, de 1925 a 1955. ¿Querrías, para ubicar a nuestros lectores, volver a esa clasificación?


El primer momento de armonía fue el siglo XV, porque hubo un equilibrio ecológico delicadísimo entre el manejo del agua, la producción agrícola y el urbanismo –las calzadas eran diques que contenían las aguas–, que los españoles no entendieron en absoluto. Luego vino la debacle de la Conquista, la pérdida de los dioses, que para mí fue la peor derrota. Y no vuelve el equilibrio hasta la ciudad barroca de finales del XVII y principios del XVIII, cuando resuelven parcialmente el problema del agua con las obras de desagüe… eso propicia que ya se pueda construir y planear a largo plazo. La ciudad barroca tiene una arquitectura y un urbanismo muy sólidos: era una ciudad muy delicada, con un sistema de plazas que va de lo pequeño a lo grande; un urbanismo, en fin, hecho a base del espacio público. Esto dura como hasta el final de la Reforma. Después de un momento oscuro, que es la etapa armada de la Revolución, entra México en un período de volver a crear espacio público, a pequeña escala, que es la ciudad de los treinta y los cuarenta, cuando los rascacielos sólo llegan a los doce pisos. Me acuerdo cómo me impresionó, en la avenida Juárez, el edificio de los “Regalos Nieto” –en la planta baja–, que era el de los Seguros La Nacional, de 1930, de doce niveles; cuando quince años después fui a Nueva York, me di cuenta de cómo México era en realidad bajita. Era una ciudad muy habitable, caminable por completo, antes del boom demográfico. A partir de ahí se desbarata, y es la ciudad actual, donde nos hemos devorado el espacio público. Nos desbordó la demografía.






Goytisolo dice de Estambul algo que podría aplicarse a México: “ciudad palimpsesto”, donde las sucesivas capas borran las anteriores pero dejan un rastro, un reflejo. ¿Te gusta esta metáfora para la ciudad de México?


Es bonita, pero tal vez la puedas aplicar a todas las ciudades, y, mejor que a ninguna, a Roma, que tiene todas las capas históricas visibles, desde los etruscos hasta el barroco, pasando por el Medievo o el Renacimiento. México no las tiene tan visibles: por ejemplo, en el Centro Histórico hay monumentos del siglo XVIII, pero ninguno del XVI; y los restos del periodo prehispánico son casi artificiales, están mal tratados.






Igual que el Ricardo Zavalita de Conversación en la catedral preguntando por el Perú, yo formularía, con la venia de Vargas Llosa, ¿cuándo se jodió la ciudad de México?


A partir de no creer que México fuera a crecer con esa velocidad, ni que fuera a acumularse en la primera etapa de crecimiento esa tremenda cantidad de gente nueva que no hubo manera de controlar. Luego están las patadas de ahogado que dio el régimen de Uruchurtu, que no creyó en la demografía tampoco, que quiso congelar el crecimiento con un decreto. Y que hizo que la ciudad creciera en su frontera con el Estado de México, dispersándose, en lugar de ir encauzando con planeación y naturalidad su crecimiento del centro a la periferia y no a la inversa, como sucedió.






Has definido a México como la ciudad moderna en cuatro espacios, con puntos de articulación caóticos: uno serían los grandes desarrollos de conjuntos habitacionales; otro, las zonas de alta densidad arquitectónica, en particular Polanco y Reforma; otro, la ciudad para el automóvil, eco de Las Vegas –emblemático, el Periférico con edificios que son anuncios–, y otro, el inmenso espacio de los asentamientos irregulares. ¿Te parece que estos conjuntos han cambiado desde que lo publicaste?


No. Creo que esa clasificación aún funciona, y casi todo es producto de la ceguera de Uruchurtu y su creencia en el automóvil. Él nunca dio el paso al transporte colectivo, y su modelo siempre fue Los Ángeles, donde tenía casa, por cierto. Tuvo que dejar el gobierno de la ciudad para que empezaran, con enorme retraso, las obras del Metro, por ejemplo. Creía que el mayor uso del automóvil era la gran libertad, como todavía hoy hay angelinos que defienden su derecho de cenar a setenta kilómetros de distancia. ¡La locura! Con Uruchurtu, el paradigma de ciudad europea que era México se transforma en ciudad estadounidense y viene el declive, la pérdida de espacio público y el triunfo del automóvil. Este modelo envenenó además la mente de mucha gente, el último: López Obrador.






Vamos a algunos hechos puntuales. ¿Qué responsabilidad tuvo Ciudad Universitaria en el fin del Centro Histórico? ¿Cuál es tu relación con eso?


Para mí es una relación muy ambigua, porque yo participé en el concurso.






Como un estudiante rebelde que se opuso a los proyectos originales.


Así fue. Nuestra idea, a fin de cuentas, fue la que triunfó, y teníamos un gran entusiasmo por el proyecto, ante todo por la generosidad del gobierno de Ávila Camacho de donar más de setecientas hectáreas para la Universidad, lo cual era increíble, algo propio de una persona que está pensando en construir el México moderno. Nadie podía prever lo que vendría: todo mundo pensaba que salir de los centros congestionados era la solución, drástica, pero la solución. Después nos dimos cuenta de que esa mudanza marcó el principio del declive del Centro. No sólo la salida de los estudiantes, sino de los negocios asociados con la Universidad: fondas, librerías, cafés, etcétera. El corazón de la ciudad fue abandonado y quedó en manos –va a parecer horrible lo que voy a decir– de los pobres, sin poder adquisitivo para renovarlo. Se me hace estupendo que los pobres vivan en el Centro, pero que no vivan sólo ellos, eso es lo importante. Ninguna zona que se sectoriza es buena, ni la muy rica, cerrada con bardas, donde está cancelado el espacio público, ni la ocupada por los que no tienen el dinero para sostenerla, como pasó con el Centro Histórico. Por eso la solución integral pasa por la repoblación de distintas capas sociales, para favorecer así que los ingresos de la propia gente, y sus necesidades asociadas, ayuden a renovarlo.






Esto me lleva a tu crítica del movimiento moderno. ¿Cuándo te das cuenta de que tu formación junto a Le Corbusier entraña una utopía irrealizable para una ciudad como la nuestra?


Fue un proceso paulatino, pero bastante rápido. Creo me di cuenta plena a los tres o cuatro años de mi estancia con Le Corbusier, al enfrentarme a realidades concretas. Cuando me empezaron a ofrecer estudios urbanísticos y me hice amigo de antropólogos y sociólogos, y empecé a ver la realidad de una ciudad más allá de su simple arquitectura. Al principio lo vivía con la sensación de estar perdiendo el tiempo, pero hoy creo que aprendí a ver la realidad “real” de México, y me di cuenta de que todo el andamiaje del movimiento moderno y la limpieza formal de las ciudades, la sectorización por divisiones, es absurdo… Eso me hizo entender la complejidad de la ciudad, que es plural, allí está lo interesante, y también me hizo no aborrecer este lugar. La ciudad de México es complejísima, sucia, corrupta, pero de una intensidad inigualable. Puedes visitar ciudades europeas bellísimas que son pequeños cementerios, o ciudades americanas llenas de jardines con calles vacías.






En la lógica de cu, ¿qué lectura harías del proyecto de Ciudad Satélite?


Satélite fue una consecuencia directa a la obstrucción de Uruchurtu, al no permitir que se hiciera adentro ese desarrollo. En aquel tiempo estaba muy lejos y no había Periférico; llegabas por una avenida delgadita, y era verdaderamente una ciudad satélite. Fue producto de una mala política urbana. Si eso nace como una continuidad que se suma a los espacios que ya existían dentro de la ciudad, como un espacio que crece del centro a la periferia y no de la periferia al centro, habría sido espléndido. Pero la velocidad del crecimiento y la ceguera política hicieron mucho daño.






¿Y el proyecto de El Pedregal, que es tan audaz en su origen?


Es el símbolo de lo privado, porque, tal como lo concebía Barragán, el planteamiento eran bardas, lo cual también es interesante, si lo piensas como una propuesta plástica, como un laberinto urbano. Hoy algunas bardas son muy pequeñas, pero él pensaba que todas fueran altas, para producir ese aislamiento de la vivienda que había dentro. Era como una escultura que regalaba a la ciudad, un “espacio público cerrado”. Es decir, no es participativo lo que está detrás, pero ese laberinto también era un evento. Luego están los jardines volcánicos, de verdad únicos. Empero nunca visibles desde fuera. El plan no se cumplió, sin embargo. Muchas veces por el deseo de ciertos arquitectos de “presumir” sus obras y no respetar, por tanto, el concepto del laberinto de bardas.






Hablemos del proyecto de Nabor Carrillo y Fernando Hiriart de rescate del Lago de Texcoco. ¿Vale la pena como batalla por librar ante la opinión pública?


Fernando Hiriart, que era amigo mío, me enseñó el proyecto de Nabor Carrillo para rescatar el Lago de Texcoco y volver a la ciudad lacustre y toda la serie de mejoras que traería esa empresa. De hecho mucho se avanzó y crearon un sistema de excavación provocado por hundimientos de extracción de agua muy inteligente y práctico. Incluso estudiaron la posibilidad de usar energía atómica para la excavación. A mí me sorprendió el proyecto y me volví un gran defensor suyo. Sin embargo, los planes del gobierno cambiaron, y el proyecto que triunfó fue el del drenaje profundo, su antónimo: el primero consistía en volver al equilibrio lacustre del siglo XV, pero moderno, y el segundo, en terminar de secar el Valle, con sus fatales consecuencias.





¿Pero el drenaje profundo funciona?


Está terminado, pero ha fallado en varios niveles, por los hundimientos. Creo, sin embargo, que ambos proyectos no se oponen, los dos podrían ser perfectamente complementarios: el drenaje profundo para sacar demasías peligrosas eventuales, y el Lago, para reciclar el agua de la ciudad. El proyecto tiene muchas ventajas adicionales: impediría el crecimiento descontrolado de esa inmensa zona de la ciudad, ayudaría a regular mejor la temperatura y la humedad de la atmósfera, evitaría las tolvaneras, y al ser una reserva inmensa de agua evitaría el abuso del agua contenida en el subsuelo, lo que ayudaría a contener el hundimiento.






¿Y piensas que aún es factible?


Todavía es factible: el gran hueco de tierra no está urbanizado. Y ocuparía el espacio de tres veces la bahía de Acapulco. Pero ya está contaminado de política. Para construir el nuevo aeropuerto, que habría hecho factible el rescate de los lagos, a los propietarios de la tierra les ofrecieron una miseria. El que ofreció ese dinero a la gente de Atenco lo hizo para no realizar el proyecto, no se me ocurre otra explicación. Fue perder la única forma de que el aeropuerto tenga más pistas, que es lo que necesita. La ampliación del aeropuerto que se está haciendo va a aliviar los problemas del edificio, pero no va a dar mayores vuelos.






¿Y cuál ha sido la reacción de la clase política ante la actualización de este proyecto que has hecho junto a Alberto Kalach y mucha más gente?


Lo que a nosotros nos interesaba era que lo vieran los que iban a tener el poder de realizarlo. Hicimos una campaña de medios muy grande y escribió en la prensa muchísima gente. Hasta hay por ahí un artículo de Felipe Calderón, antes de que fuera candidato, elogiando el proyecto. Convencimos a Carlos Hank González, que le puso un entusiasmo absoluto y nos ayudó a presionar a Montiel, quien a regañadientes aceptó apoyarlo. El problema fue con López Obrador, quien de plano se negó a recibirnos, a diferencia de Cárdenas, que fue un impulsor al que le fascinaba el proyecto, pese a que su secretario de obras tenía sus reservas, discutibles en todo caso. Con López Obrador fue imposible. Cuando Julieta Campos entró a su gabinete, intentó conseguirnos una cita, pero López Obrador se negó a ver el proyecto, básico para la ecología del Valle; no le importó.


Esa ceguera me dejó estupefacto, porque sólo le pedíamos media hora para exponerle el proyecto. Si tenía ya alguna idea en contra, nunca lo supe; sí sé que él apoyaba el aeropuerto de Tizayuca, porque lo anunció en su plan de gobierno lanzado antes de las elecciones, esa tontería de hacer el aeropuerto más lejano del mundo de una gran ciudad. Entonces me di cuenta de que por ahí estaba la cosa, que apoyaba el proyecto contrario al que haría factible la recuperación de la ciudad lacustre y que incluía un nuevo aeropuerto en mitad del Lago. Porque la infraestructura del aeropuerto, siendo tan fuerte, haría posible con naturalidad los doscientos millones de pesos que cuesta el Lago, que no es en absoluto una cifra astronómica.




¿Y se podrá hacer algo con Ebrard?


Ya se le enseñó el proyecto, lo vio con muchísimo cuidado, y vamos a ver qué es lo que sucede.






Sobre el Centro Histórico, tienes una posición bastante osada contra la conservación a ultranza.


Los edificios, como la gente, necesitan ganarse la vida, y a veces requieren cirugías. Guardando, eso sí, el orden urbano, o si es una estructura arquitectónica admirable, conservándola como tal y dándole un uso que no la vaya a tocar. Pero todas las estructuras admiten intervenciones que permitan adaptarse a la vida moderna: en una casa colonial, la parte de abajo era para animales y criados tratados como animales, y no se puede vivir en ella; entonces necesita adaptaciones. Hay que hacerlo con toda tranquilidad, con respeto y amor al edificio, pero fuera de normas obtusas o miedos paralizantes. Las ciudades son organismos vivos, en permanente transformación, y la mejor manera de salvar el legado del pasado es reutilizándolo inteligentemente. ¿Que sentido tiene construir nuevos edificios con base en una arquitectura detenida en el tiempo, que niega tu época y tu sello?






¿Y cuál es tu dictamen de los sucesivos proyectos de rescate del Centro Histórico? Creo que en este terreno la gestión de López Obrador fue buena.


Así es. Pero empezó por la parte “blanda” del Centro Histórico, la parte poniente, industrial, financiera, ya más o menos sana, que es la más fácil. Qué bueno que empezaron. Pero falta la parte más difícil, la norte, que está intocada y francamente invadida por el comercio ambulante. No puedes pasar ni siquiera como peatón, tienes que ir al ritmo del vendedor, el ruido de sus maquinitas es infernal, la contaminación es visual, olfativa y acústica…






¿Qué habría que hacer ahí?


El problema es que se trata del gran centro comercial de los pobres, y no sólo de la ciudad sino de todo el centro del país. ¿Y cómo cerrarlo? Eliminarlo me parece una operación política que rebasa mi imaginación, y no sé si hay que atacarlo por el otro lado: dejar que vendan, pero creando espacio público para que se pueda circular, limpiando las calles… se podría pensar en techar las calles, y convertirlo en un zoco oriental, ¿por qué no? Con tal de que haya un orden.






Siguiendo con el Centro, ¿por qué no hacemos una parada en el Templo Mayor?


¡Eso es de una gran tristeza! Se rompió la traza original de la ciudad y lo que rescataron, en el estado en que está, no es digno del esplendor de la ciudad azteca. El techo de lámina que recubre las ruinas es horrible. Si al menos hubieran pensado en una gran celosía a la altura de San Ildefonso… El problema es que además está impregnado de demagogia nacionalista que vuelve imposible incluso abrir ese debate.


Con las obras de “rescate” del Templo Mayor desaparecieron sin más dos casas coloniales del siglo XVI que eran una joya en sí mismas, y de los pocos ejemplos de esa época que la ciudad conservaba. Cuando se lo reclamé a Gastón García Cantú me dijo “no te preocupes, las vamos a desmontar piedra por piedra”. ¿Pero cómo, si eran de madera? Los muros no eran de piedra, eran de argamasa, y los patios de madera. Fue un despropósito que contrasta con las obras que se estaban haciendo en ese tiempo en Mérida, la de España, donde Moneo hizo ese museo subterráneo que es una joya, moderno y, a la vez, respetuoso con el entorno.






¿El Zócalo se debe intervenir? ¿Por qué no lo hemos hecho? ¿Qué pasó con el concurso en el que participaste?


El concurso nació porque yo le llevé la idea a Cuauhtémoc Cárdenas de hacer una remodelación del Zócalo, que incluía, entre otras muchas mejoras, un paseo de buganvillas en una escuadra de doble hilera. A él le pareció una aportación magnífica, pero decidió sacarlo a concurso, y no lo gané. Yo proponía también quitarle la reja tonta que tiene la Catedral, que además es de baja calidad, pero el Cardenal se “escandalizó” con esta idea, porque decía que la propiedad estaba definida por la barda.






Hablemos del Metro: ¿por qué se empezó tan tarde?, ¿por qué se detuvo?, ¿por qué no hay una cultura del transporte público?


El tiempo en que podrían haber empezado, que habría sido facilísimo, era el de Uruchurtu. Entonces ya existía el proyecto y él se negó. Allí se perdieron veinte años.






¿Y por qué está detenida la ampliación?


La primera vez que se detuvo fue con López Portillo, que pensó que se estaba equivocando de estrategia y paró la inversión que hasta entonces se había hecho en el Metro. Él apostó por el proyecto de Hank González: los ejes viales. A final de cuentas, no fue una operación tan errada, ya que le dio coherencia al tráfico de la ciudad, uniendo puntos incomunicados, y de lo que seguimos viviendo. Lo imperdonable fue la destrucción de los camellones y sus palmeras, seña de identidad de la ciudad. Los ejes viales no eran incompatibles con los camellones. De allí, el proyecto del Metro empezó a naufragar, con pequeños avances inconstantes y grandes paradas.






¿No te parece inconcebible que la administración perredista de la ciudad lleve nueve años sin invertir en el transporte por antonomasia para la gente sin recursos?


A cambio del elefante blanco de los segundos pisos. Yo le digo a mis amigos que apoyan a López Obrador: ¿te das cuenta de que el segundo piso es la obra más contraria para el pueblo? Conecta dos áreas de ricos, queda vacío casi todo el día y se satura completamente en las horas pico. No sirve para nada, es una arbitrariedad total. Ahora ya todo el mundo entiende lo que es el tráfico inducido: la generación de tráfico a través de una obra. Cuanto más espacio se crea para los automóviles, más automóviles hay. Medidas puntuales elementales ayudarían mucho más que esa porquería.






París o Madrid son ciudades que crecen hacia abajo: abajo para los servicios, los puntos de encuentro de transporte, los estacionamientos, y arriba para cuidar, pulir, conservar el patrimonio. ¿Sería viable el mismo modelo en México, donde tenemos el problema del subsuelo?


Es difícil de hacer en el Centro, pero fácil en todo lo que no forma parte de los restos del Lago. Por ejemplo existe todo un proyecto de rescate de San Ángel que pasa por hacer subterráneo el paradero de microbuses, pero no se ha avanzado nada en él. Eso salvaría el barrio con todo su legado virreinal. Hay que sanear el transporte público de superficie de una forma radical, pero eso es un problema político de tales dimensiones que nadie quiere hacerle frente. No se puede seguir con esas unidades ineficientes, pequeñas, alocadas, agresivas… Pero año con año, esa mafia –que impide que las cosas cambien– se fortalece más y establece más complicidades con el gobierno, en lugar de irla acotando paso a paso.






México debe de ser la única ciudad en el mundo en que los taxis llegan llenos y se van vacíos al aeropuerto y viceversa.


Es tal el absurdo que, si un taxi del aeropuerto lleva a un pasajero a un hotel y encuentra ahí a gente que quiere ir al aeropuerto, tiene prohibido por ley recogerla. Sale lleno pero debe regresar vacío.






¿Cuál es tu lectura del vertiginoso desarrollo de Santa Fe?


Tiene una parte buena: cuando se empezó Santa Fe, con Manuel Camacho Solís, había una presión fortísima sobre Polanco, que iba literalmente a tronar por la expedición de licencias, por el constante aumento de altura, de densidad de los edificios. Entonces Jorge Gamboa y Camacho pensaron en esa salida a través de Santa Fe. Creo que el proyecto funcionó, por la cantidad de inversión que se mandó allá y por algunas joyas de arquitectura. Pero faltó más espacio público; está concebido como un gran fraccionamiento de lotes inmensos, para grandes empresas: no ha prosperado el proyecto de hacer un centro, falta un corazón. Además, ya es un paso a otros lugares, como Toluca. Pero tuvo la virtud de solucionar la saturación de una zona que funciona muy bien y que hay que seguir cuidando como Polanco. En ese sentido, el “Bando 2” decretado por López Obrador, de frenar el crecimiento de la ciudad en las zonas protegidas, ha sido bueno, ya que condujo inversiones a la colonia Doctores, a La Condesa, a todo el Centro.






¿Tienen salvación Nezahualcóyotl, Ciudad Azteca, Chalco? ¿Cómo pueden articularse esas zonas? ¿Las hacemos parte de la ciudad o las convertimos en islas autónomas? Si tuvieras una varita mágica, ¿qué pensarías para esas zonas paupérrimas?


No lo sé. Por ejemplo, Nezahualcóyotl, Ciudad Azteca inclusive, ya son lugares muy sólidos, están bastante arbolados, sorprendentemente. Con un desorden infinito, pero arbolados. Les falta estructurar instituciones que laboren por el barrio, que lo cuiden, que tomen medidas ya de microcirugía. Yo no los veo como suburbios, son muy animados, tienen vida de barrio. ¿Qué necesitan? Seguridad y quizá lugares de trabajo cercanos, para evitar viajes afuera. Todo lo que se pueda expandir el Metro, habría que hacerlo, y en cada salida tener algún establecimiento social, de trabajo o de servicios, que los fuera estructurando. Pero en ningún caso los veo como lugares tristes, ya no lo son.






¿Y cómo detener el crecimiento? Porque el problema es que la presión sobre el terreno virgen sigue siendo inmensa.


La única forma es ser inflexible en la ocupación de las zonas altas, donde se recargan los mantos friáticos de la ciudad. Y lo demás irlo planeando, adelantarse a la ocupación ilegal y al uso político del suelo. Si todavía hay gente que quiere vivir en la ciudad de México, nadie la va a parar. Hay que darles el camino, trazar por dónde, llegar antes que ellos.






Y articular los municipios conurbanos del Estado de México con la ciudad, porque son parte de ella.


Por supuesto. Sabemos que López Obrador nunca habló con el gobernador del Estado de México, algo imperdonable, porque no hay frontera, nadie sabe dónde está la línea que separa el Distrito Federal de Estado de México. Afortunadamente, creo que Ebrard ya estableció un contacto formal con el Estado de México. Hay que ver la ciudad como un todo articulado.






La entrada al Ajusco reúne tres obras mayores tuyas, la Universidad Pedagógica, el Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica, ¿cómo te gustaría que viéramos esos espacios?


Lo que me interesa al hacer arquitectura es que, en cierta forma, el edificio y la arquitectura dialoguen con el espacio público, vía pórticos, vía huecos que penetran, vía invasión de la plaza que entra en el propio edificio… es decir, establecer una ambigüedad entre el espacio donde empieza la arquitectura y aquél donde acaba lo público, y viceversa. Una idea contraria al rascacielos, que es hermético y en donde todo es espacio privado.






Acabas de publicar un libro sobre un viaje que hiciste al Japón para estudiar su arquitectura moderna. Como dice Nooteboom, el gran equívoco del Japón es que la gente va a buscar la tranquilidad milenaria y se enfrenta al desarrollo urbano más estremecedor y fantástico del mundo. ¿Hay algo que México pueda aprender de Tokio?


Lo que es sorprendente del Japón –tal vez no tanto de Tokio– es la combinación entre la modernidad y la tradición. No hay trajes regionales, como aquí, y el kimono, que es el traje nacional, es una indumentaria para sentirse a gusto. Tienen una mejor relación con su tradición y una mejor relación con la modernidad, y nosotros tenemos ambas en permanente conflicto. Ojalá ésta sea una reflexión útil para nuestra ciudad. ~

viernes, 25 de junio de 2010

ALGUNOS RECONOCIDOS ARQUITECTOS PERUANOS parte II

¿En qué están hoy los arquitectos jóvenes?

1) Mirando el horizonte, donde sea que este termine.
2) Organizando fiestas electrónicas.
3) Comprando ropa.
4) Haciendo maquetas.
5) Juntándose para comprar bases de proyectos del Estado, municipalidades,
intendencias, de lo que sea y, luego, perdiendo o ganando esos proyectos.
6) Escuchando música: lounge & dark & bossa nova & jazz & pop & folk & indie.
7) Diseñando objetos en el extraño límite entre la utilidad y el arte o , mejor
dicho, la inutilidad y el arte.
8 ) Pensando en la Antártida.
9) Experimentando con drogas blandas importadas por internet.
10) Perdidos en Nueva York o en la idea de Nueva York; o en Brasilia o la idea
de Brasilia.
11) Haciendo películas enfrascados en fotogramas como apuntes de historias;
pienso en “Zamora Express” y “La perla del puerto” de Rodrigo Cepeda: las
imágenes nocturnas de una ciudad desquiciada, el vértigo, la sangre, el ambiente
torcido y enderezado una y otra vez, con música punk o triste de fondo. Pienso
en “Arcana” de Cristóbal Vicente: la cárcel de Valparaíso como un enigma que
resolver, un pedazo de memoria que contar, un laberinto donde perderse y
encontrarse de nuevo.
12) Dejando la arquitectura como si la profesión fuera una estación de paso
hacia alguna parte desconocida. Los ex arquitectos como una tribu secreta, los
veteranos de una guerra que sólo ellos conocen.
13) Dejando la teoría y colocando las manos en la masa, poniéndole el cuerpo a
la obra.
14) Practicando deportes extremos vestidos de un impecable look outdoor.
15) Escribiendo poesía, mala poesía.
16) Teniendo sueños tórridos con el fantasma de Luciano Kulczewski.
17) Huyendo a Barcelona, huyendo de Barcelona.
18) Perdiendo o ganando tiempo en el SERVIU.
19) Transando con políticos o caciques locales. Una historia: a un arquitecto
joven le encargan una sede vecinal de una comuna X y la diseña. Es un modelo
estándar y el arquitecto joven va a la comuna X a ver las condiciones del
terreno. Va todo bien hasta que le muestra el proyecto al presidente de la
junta. Al tipo no le gusta y, acto seguido, insulta al arquitecto. El arquitecto
le dice que esas son las condiciones, que es lo que hay. El presidente de la
junta de vecinos se refiere al alcalde por su nombre y saca su celular, y lo
llama por teléfono. Se tutean, hablan como compadres, mencionan un asado en el
que estuvieron hace poco. Yuntas. El arquitecto joven mira la escena con
desazón. Siente impotencia. Siente pena. Siente rabia. De vuelta a su oficina lo
espera su jefe, al que el alcalde ha llamado. El arquitecto joven escucha cómo
lo reprenden y le ordenan que construya lo que el presidente de la junta de
vecinos se le ocurre y que se deje de joder, y que comprenda cómo son en
realidad las cosas. El arquitecto joven mira a su jefe y se da cuenta de cómo
son en realidad las cosas.
20) Probando peinados nuevos.
21) Poniendo lugares de moda.
22) Lamentando la muerte de la ciudad: la desaparición del barrio El Golf y el
cine Las Lilas. La melancolía como el sentimiento secreto del arquitecto joven
contemporáneo.
23) Buscando algo parecido a una identidad en medio de los croquis y los
programas de computadoras, y las separaciones de las murallas miniaturizadas en
las maquetas.
24) Comprando casas arruinadas por cuatro chauchas en barrios emergentes y
convirtiéndolas en lofts: Brasil, Cerro Concepción, El Forestal. Los lofts como
la imagen perfecta de la arquitectura joven chilena, de sus relaciones con la
identidad y los modos en que enfrentan el espacio y la pega.
25) Volviéndose artistas: pintores, fotógrafos, escultores.
26) Luchando a como dé lugar contra el hecho y la tendencia a hacer arquitectura
de catálogo.
27) De travesía: perdidos en Paraguay o Brasil o el sur. Arriba de lanchones y
buses. Con resaca. Recuerdo lo que me contó un amigo: cómo llegó a una ciudad
argentina sumergida. Algo había pasado y el pueblo había sido inundado, y su
gracia era esa: había quedado bajo las aguas de tal modo que caminabas por las
riberas y veías bajo el horizonte las sombras difusas de un pueblo fantasma bajo
la laguna, una presencia espectral que era o que había sido un desastre, pero
que estaba ahí como aquel museo con el que ciertos arquitectos jóvenes sueñan o
tienen pesadillas: un paisaje ficticio imposible, secreto y, por qué no,
magnífico.

LE CORBUSIER

“No hay hombres primitivos, hay medios primitivos…La arquitectura nada tiene que ver con estilos, por su misma abstracción, apela a sus facultades mas elevadas.

Lo que hay de particular y magnifico en la abstracción arquitectónica es que , teniendo sus raíces en el hecho brutal, lo espiritualiza…Los cubos, los conos, las esferas, los cilindros o las pirámides son las grandes formas primarias que la luz revela bien ; la imagen de ellas es clara y tangible, sin ambigüedad. Por esta razón son formas bellas, las más bellas. Todo el mundo esta de acuerdo con esto : el niño, el salvaje y el metafísico. Es la condición esencial de las artes plásticas.

La arquitectura egipcia, griega o romana es una arquitectura de prismas, cubos, cilindros, triedros o esferas : las pirámides, el templo de Luxor, el Partenón, el Panteón, el Coliseo o la villa Adriana.”

ALGUNOS RECONOCIDOS ARQUITECTOS PERUANOS parte I





jueves, 24 de junio de 2010

bernard tschumi



Lindo problema, o más precisamente, lindo conjunto de problemas. Sin embargo, la burbuja del nivel queda clavada entre las dos marcas. Equilibrio y e inclusive Armonía entre los elementos del conjunto. El estudio liderado por Bernard Tschumi ha finalizado la construcción del Nuevo Museo de la Acrópolis, en el corazón de Atenas. Desafío que puso en el tablero tantos elementos del pasado clásico, del presente moderno y del futuro probable, que salir apenas dignamente parado parecía imposible.

Cómo convivir objetivos sociales, culturales y políticos con la identidad de un grupo de arquitectos comprometidos con las vanguardias de su tiempo. Cómo materiales y tecnología dialogan con aquellos que brillaron para los ojos de Pericles. Cómo articulaciones ingrávidas se complementan con los órdenes tectónicos. Cómo mostrar acá lo que pasa apenas allá. Cómo evitar simbologías clásicas o hacerlas convivir con gestos ya inconcientes de nuestros tableros. Como utilizar inteligentemente en la dinámica del proyecto lo opaco, lo transparente, las refracciones y los reflejos. Cómo realizar un paseo por la génesis de la cultura occidental desde su última evolución. Cómo nunca dejar de sentirse allí y acá. Mientras algunos caminos implican la última tecnología, la morfología más complicada o la repetición más retrógrada, nuestro amigo Bernardo muestra su capacidad e inteligencia dejando la balanza inmóvil en su punto medio. Por la dimensión del problema, un logro enorme. Lo aplaudimos.




informacion completa e imagenes escribir a : friquero@hotmail.com

lunes, 21 de junio de 2010

Los Estadios del Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, una arquitectura irracionalmente afortunada

Las instalaciones deportivas, y específicamente los estadios de fútbol, son una de las tipologías arquitectónicas más representativas del periodo contemporáneo. Estas grandes estructuras, o espacios de entretenimiento y confluencia social, requieren de un diseño fácilmente identificable y atractivo para un público amplio, pues son el escenario de uno de los más grandes espectáculos y eventos mediáticos que hay actualmente: el fútbol.


La arquitectura también es parte del espectáculo.


Desde hace ya varias décadas, la arquitectura también ha sido parte del espectáculo del fútbol, por lo que en la actualidad, la notoriedad de los estadios descansa, en gran medida, en su travesía formal.


Alrededor del mundo y fundamentalmente en los países en los que recientemente se han celebrado Copas de fútbol y olimpiadas - otro de los grandes eventos mediáticos de la actualidad - podemos ver propuestas con las formas más extrañas y complejas, diseñadas por los más reconocidos arquitectos a nivel internacional que van: desde flores de enormes pétalos de concreto, nidos de pájaro, cajas mágicas, burbujas de agua, etc., Ejemplos de arquitecturas imposibles de realizar sin una enorme inversión económica que, como en el caso específico de las instalaciones realizadas para las pasadas olimpiadas celebradas en la ciudad de Beijing, China, ocultaban bajo las rutilantes carátulas de sus edificios, la disparidad que existe entre los diferentes sectores de la sociedad.


En Sudáfrica, sin embargo, no pudieron ocultarse las limitaciones económicas, en el 2006, por ejemplo, el desarrollo de los preparativos para el Mundial de fútbol, fue puesto en tela de juicio con numerosos rumores sobre un posible traslado de la sede del evento debido a los retrasos en la construcción de los estadios. Posteriormente, en el 2008 el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, aunque ratificó a Sudáfrica como sede para la Copa Mundial de Fútbol de 2010, en algún momento se especularon los nombres de otros posibles organizadores como: Australia, España y Estados Unidos, incluso en diversos medios de comunicación se manejó que Brasil, podía adelantar su sede en el 2014 para realizar el mundial en 2010.


No obstante las limitaciones económicas, que fueron evidentes durante el proceso de construcción de los edificios, la arquitectura de las 10 estructuras - 5 de ellas realizadas ex-profeso para la copa mundial y 5 que ya existían pero que fueron remodeladas y adaptadas para este evento- aunque no es tan espectacular como la que se construyera para el Mundial de Alemania en el 2006, ni tan extravagante como la que se levantara para las Olimpiadas de Beijing o las que se está construyendo para las Olimpiadas de Londres, presenta diseños que, si bien, son sencillos y sobrios, también propone soluciones arquitectónicas interesantes.


Los estadios Moses Mabhida, Mbombela, Green Point, Nelson Mandela Bay y Peter Mokaba, construidos especialmente para este mundial y los estadios Soccer City; Ellis Park; Loftus Versfeld; Free State; y el Royal Bafokeng, estructuras que fueron creadas en décadas anteriores, fundamentalmente a la práctica del rugby, hacen evidente que para hacer una arquitectura de imagen contemporánea y valor estético, no es necesario hacer uso de complicadas formas, ni sofisticadas tecnologías, lo que se necesita es simplemente creatividad y sensibilidad.




Los 5 Estadios Mundialistas diseñados ex-profeso para la Copa Mundial de fútbol Sudáfrica 2010:




El estadio Moses Mabhida, en el que se jugarán 7 partidos: 5 de la primera fase, uno de octavos de final y una semifinal, es de los 5 estadios nuevos el que presenta el diseño más complejo. El estadio se localiza en el corazón del Kings Park Sporting Precinct, a un lado del antiguo Estadio Kings Park y forma parte de un nuevo complejo deportivo, comercial y de entretenimiento que incluye: una Arena deportiva, un museo del deporte, estacionamientos, una estación de transporte, restaurantes, centros comerciales, y áreas de juegos infantiles al aire libre que unen al estadio con la playa.


La volumetría del edificio, inspirada en la bandera sudafricana, está resuelta a partir de dos ligerísimos arcos colocados justo al centro del estadio y que se desplantan de sur a norte. De la parte alta de cada uno de ellos se desprende una serie de tensores que soporta la techumbre que cubre las gradas, solución que además de darle unidad al diseño, simboliza la nueva unidad de un país que durante muchos años estuvo dividido. En medio de ambos arcos se encuentra también uno de los mayores atractivos del estadio: un elevador con capacidad para transportar a 25 personas, que se mueve de un extremo al otro y que en su parte más alta, ubicada a 106 metros de altura sobre el nivel del mar, permite que los espectadores tengan una vista panorámica del paisaje marítimo y de la ciudad.


El estadio cuenta con tres tipos de gradas y su capacidad es flexible, ya que 54,000 plazas son permanetes y 31,000 son temporales, lo que permite tener 85,000 asientos para cuando sea necesario. Su construcción se retrasó 2 años y medio sobre los plazos previstos, siendo finalizado en octubre de 2009. El costo de la obra fue de 178 millones de dólares.








El Estadio Mbombela es otro edificio construido con motivo del Mundial y el segundo edificio más original de este Mundial. El estadio se localiza a 6 km al oeste de la localidad de Nelspruit. Su construcción comenzó en febrero de 2007, siendo finalizado en octubre de 2009. El estadio lleva el nombre de la municipalidad de Mbombela, perteneciente a la ciudad de Nelspruit, y que significa "muchas personas juntas en un lugar pequeño".


Uno de los elementos más originales del diseño del estadio Mbombela, son las 18 columnas cuya forma fue inspirada en uno de los animales más representativos de África: las jirafas. La volumetría general del edificio es un rectángulo, que se curva ligeramente en los extremos. El diseño del estadio fue realizado por la compañía R&L Architects, que por su originalidad fue premiado con el British Expertise International Award for Sports. Su capacidad es de 46.000 espectadores. En él se disputarán 4 encuentros de la fase de grupos.













El estadio Green Point, denominado también como el "Estadio del Renacimiento Africano", está ubicado en Ciudad del Cabo, muy cerca del océano Atlántico, en los terrenos que ocupaba un antiguo campo de golf, en una zona cercana a los principales centros de transportes de la ciudad. Su capacidad es de 46.000 espectadores. En este estadio se disputarán 4 encuentros de la fase de grupos.


Este edificio, aunque formalmente es más conservador que los estadios Moses Mabhida y Mbombela, cuenta con soluciones y tecnología más novedosa: una cubierta corrediza de cristal de 37,000m2, que permite abrirla durante el día, para ventilar e iluminar de manera natural el campo de juego o cerrarla durante los días lluviosos y con mucho viento; un sistema de iluminación integrado por 360 reflectores; una malla de fibra de vidrio que se extiende a lo largo de la fachada y un sistema sustentable que permite el ahorro y la renovación de energía eléctrica.


El Green Point permitirá albergar en su interior a 68,000 espectadores, lo que lo convierte en el segundo de mayor capacidad del campeonato. A pesar de que el plazo original estipulado por la FIFA para su finalización expiraba en 2008, diferentes problemas como las protestas por parte de los vecinos -ya que el estadio se localiza en medio de una zona residencial- y diversas huelgas que durante su construcción llevaron a cabo los trabajadores, quienes exigían un mejor pago por su mano de obra, retrasaron su fecha de conclusión que se extendió hasta el 2009. El costo de la construcción fue de poco más de 330 millones de dólares. En este estadio se llevarán a cabo 8 encuentros: 5 de la primera fase, uno de octavos de final, uno de cuartos de final y una semifinal.










El Estadio Nelson Mandela Bay, ubicado en la Bahía de Nelson Mandela, -nombrada así en honor del presidente del país y Premio Nobel de la Paz- es el cuarto estadio construido para la Copa Mundial de Fútbol. Esta estructura, de cinco niveles tiene capacidad para albergar a 48,000 espectadores, y forma parte de un complejo que contará con: 150 suites VIP, 60 suites de negocios, una tienda de ropa deportiva, gimnasio y 500 plazas de aparcamiento, además de salones de usos múltiples. El Nelson Mandela Bay tuvo un costo aproximado de 150 millones de dólares. Según la programación oficial, debió haberse concluido en diciembre de 2008, sin embargo, éste se terminó hasta mediados del 2009. En este estadio se llevarán a cabo 8 partidos: 5 de la primera fase, uno de octavos de final, uno de cuartosde final y el partido por el tercer puesto.








El Estadio Peter Mokaba es el último de los cinco estadios construidos con motivo de la Copa Mundial de Fútbol de 2010. El complejo deportivo lleva el nombre del fallecido Peter Mokaba, un célebre activista político nacido en Polokwane, reconocido por su espíritu de lucha contra el apartheid. El estadio Peter Mokaba está situado aproximadamente a 5 km del centro de la ciudad, y tiene capacidad para 46.000 espectadores. En él se llevarán a cabo 4 encuentros de la fase inicial.





Los 5 Estadios que fueron adaptados para la Copa Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010:


Es el rugby y no el fútbol uno de los deportes más populares de Sudáfrica. Por tal razón, los estadios: Ellis Park, Free State, Soccer City, Loftus Versfeld y el Royal Bafokeng, que originalmente funcionaban para la práctica del rugby, tuvieron que experimentar diversos cambios y adaptaciones, tanto para agrandar su capacidad, como para cumplir con los requerimientos funcionales que exige la FIFA para los campos de fútbol de campeonato mundial.


El estadio Ellis Park (denominado también, por motivos publicitarios, Coca-Cola Park) se encuentra en la ciudad de Johannesburgo, y fue el primer estadio candidato a sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2010. Este estadio, el más antiguo de todos los que se ocuparán para el Mundial de Fútbol, fue inaugurado originalmente en 1928, para posteriormente ser demolido y reconstruido en 1982. El Ellis Park originalmente tenía capacidad para 59.611 espectadores, su capacidad se amplió para dar cabida a 62,000 y su remodelación fue mínima. Es importante mencionar que hasta la construcción de los nuevos estadios para el Mundial de Fútbol de 2010, era el estadio más moderno del país. En él se disputarán en un total de 6 partidos: 4 de la fase inicial, uno de octavos y uno de cuartos de final.


El Free State o Vodacom Park, está situado en Bloemfontein, y es utilizado habitualmente para encuentros de rugby. El estadio originalmente tenía capacidad para albergar a 36.500 espectadores. Para la Copa Mundial de Fútbol de 2010, se añadió un segundo nivel a la tribuna principal en el lado occidental del campo, aumentando la capacidad total a 48.000 personas. Dentro de las obras de remodelación parta el Mundial de fútbol, se mejoró la iluminación, se instalaron pantallas electrónicas, un circuito cerrado de televisión y se renovó el sistema de sonido. En el Free State se jugarán 6 encuentros: 5 de la fase inicial y uno de octavos de final.






El Estadio Soccer City, ubicado en Johannesburgo, fue construido en 1987. Originalmente disponía de 78.000 asientos pero, para el mundial de 2010 fue parcialmente demolido, y su capacidad ampliada a 94.700 espectadores, lo que lo convierte en el estadio más grande de toda África. Es importante mencionar, que por su capacidad y características, la mayoría de los grandes partidos de Rugby y de Fútbol que se celebran en Sudáfrica se desarrollan en este estadio, por ello también, el Soccer City, será sede de 8 partidos, entre los cuales estarán el partido inaugural y la gran final.




Las instalaciones deportivas, y específicamente los estadios de fútbol, son una de las tipologías arquitectónicas más representativas del periodo contemporáneo. Estas grandes estructuras, o espacios de entretenimiento y confluencia social, requieren de un diseño fácilmente identificable y atractivo para un público amplio, pues son el escenario de uno de los más grandes espectáculos y eventos mediáticos que hay actualmente: el fútbol.


La arquitectura también es parte del espectáculo.


Desde hace ya varias décadas, la arquitectura también ha sido parte del espectáculo del fútbol, por lo que en la actualidad, la notoriedad de los estadios descansa, en gran medida, en su travesía formal.


Alrededor del mundo y fundamentalmente en los países en los que recientemente se han celebrado Copas de fútbol y olimpiadas - otro de los grandes eventos mediáticos de la actualidad - podemos ver propuestas con las formas más extrañas y complejas, diseñadas por los más reconocidos arquitectos a nivel internacional que van: desde flores de enormes pétalos de concreto, nidos de pájaro, cajas mágicas, burbujas de agua, etc., Ejemplos de arquitecturas imposibles de realizar sin una enorme inversión económica que, como en el caso específico de las instalaciones realizadas para las pasadas olimpiadas celebradas en la ciudad de Beijing, China, ocultaban bajo las rutilantes carátulas de sus edificios, la disparidad que existe entre los diferentes sectores de la sociedad.


En Sudáfrica, sin embargo, no pudieron ocultarse las limitaciones económicas, en el 2006, por ejemplo, el desarrollo de los preparativos para el Mundial de fútbol, fue puesto en tela de juicio con numerosos rumores sobre un posible traslado de la sede del evento debido a los retrasos en la construcción de los estadios. Posteriormente, en el 2008 el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, aunque ratificó a Sudáfrica como sede para la Copa Mundial de Fútbol de 2010, en algún momento se especularon los nombres de otros posibles organizadores como: Australia, España y Estados Unidos, incluso en diversos medios de comunicación se manejó que Brasil, podía adelantar su sede en el 2014 para realizar el mundial en 2010.


No obstante las limitaciones económicas, que fueron evidentes durante el proceso de construcción de los edificios, la arquitectura de las 10 estructuras - 5 de ellas realizadas ex-profeso para la copa mundial y 5 que ya existían pero que fueron remodeladas y adaptadas para este evento- aunque no es tan espectacular como la que se construyera para el Mundial de Alemania en el 2006, ni tan extravagante como la que se levantara para las Olimpiadas de Beijing o las que se está construyendo para las Olimpiadas de Londres, presenta diseños que, si bien, son sencillos y sobrios, también propone soluciones arquitectónicas interesantes.


Los estadios Moses Mabhida, Mbombela, Green Point, Nelson Mandela Bay y Peter Mokaba, construidos especialmente para este mundial y los estadios Soccer City; Ellis Park; Loftus Versfeld; Free State; y el Royal Bafokeng, estructuras que fueron creadas en décadas anteriores, fundamentalmente a la práctica del rugby, hacen evidente que para hacer una arquitectura de imagen contemporánea y valor estético, no es necesario hacer uso de complicadas formas, ni sofisticadas tecnologías, lo que se necesita es simplemente creatividad y sensibilidad.




Los 5 Estadios Mundialistas diseñados ex-profeso para la Copa Mundial de fútbol Sudáfrica 2010:




El estadio Moses Mabhida, en el que se jugarán 7 partidos: 5 de la primera fase, uno de octavos de final y una semifinal, es de los 5 estadios nuevos el que presenta el diseño más complejo. El estadio se localiza en el corazón del Kings Park Sporting Precinct, a un lado del antiguo Estadio Kings Park y forma parte de un nuevo complejo deportivo, comercial y de entretenimiento que incluye: una Arena deportiva, un museo del deporte, estacionamientos, una estación de transporte, restaurantes, centros comerciales, y áreas de juegos infantiles al aire libre que unen al estadio con la playa.


La volumetría del edificio, inspirada en la bandera sudafricana, está resuelta a partir de dos ligerísimos arcos colocados justo al centro del estadio y que se desplantan de sur a norte. De la parte alta de cada uno de ellos se desprende una serie de tensores que soporta la techumbre que cubre las gradas, solución que además de darle unidad al diseño, simboliza la nueva unidad de un país que durante muchos años estuvo dividido. En medio de ambos arcos se encuentra también uno de los mayores atractivos del estadio: un elevador con capacidad para transportar a 25 personas, que se mueve de un extremo al otro y que en su parte más alta, ubicada a 106 metros de altura sobre el nivel del mar, permite que los espectadores tengan una vista panorámica del paisaje marítimo y de la ciudad.


El estadio cuenta con tres tipos de gradas y su capacidad es flexible, ya que 54,000 plazas son permanetes y 31,000 son temporales, lo que permite tener 85,000 asientos para cuando sea necesario. Su construcción se retrasó 2 años y medio sobre los plazos previstos, siendo finalizado en octubre de 2009. El costo de la obra fue de 178 millones de dólares.


Más información sobre el estadio Soccer City y fotografías aquí
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El Loftus Versfeld construido en 1998 es un estadio multifuncional situado en la localidad de Pretoria. El estadio lleva el nombre de Robert Owen Loftus Versfeld, el fundador de los deportes organizados en Pretoria. El estadio tiene una capacidad para 50.000 espectadores. El estadio lleva el nombre de Robert Owen Loftus Versfeld, el fundador de los deportes organizados en Pretoria. El Loftus Versfeld será escenario de 5 encuentros de la primera fase y uno de octavos de final.


El Royal Bafokeng, construido en 1999 es un estadio multifuncional, pero orientado, al igual que los estadios antes mencionados - principalmente a la práctica del rugby, uno de los deportes que más populares en Sudáfrica. El Royal Bafokeng está ubicado en la localidad de Phokeng, a 12 km de Rustenburg. Recibe su nombre de la tribu Bafokeng, que habita la zona. El estadio fue adaptado para la práctica del fútbol de cara a la Copa FIFA Confederaciones 2009 y la Copa del Mundo de 2010. Originalmente el estadio tenía capacidad para albergar a 38,000 espectadores, pero para el Mundial de fútbol fue ampliado para dar cabida a 42.000 aficionados. En el Royal Bafokeng se disputarán 6 partidos: 5 partidos de la primera fase y uno de octavos de final.
Una arquitectura irracionalmente afortunada.


Desde el punto de vista arquitectónico, los estadios para el Mundial de fútbol de Sudáfrica, han hecho evidente que para llevar a cabo obras de calidad estética y funcional lo que se necesita es creatividad, sensibilidad y determinación. Sin embargo, esta afortunada arquitectura, analizada desde un punto de vista social, es un claro ejemplo de irracionalidad pues en nada cambia la vida de los sudafricanos desfavorecidos económicamente que, hasta hace menos de una década padecieron uno de los más repugnantes fenómenos sociales, el "apartheid". En este sentido, vale la pena preguntar ¿Cómo podría haber cambiado la vida de los sudafricanos, marcada por enormes diferencias económicas y sociales si la mitad de los recursos invertidos en un evento tan intrascendente como un campeonato mundial de fútbol se hubieran orientado hacia la construcción de hospitales, centros educativos y vivienda para la gente más necesitada?